Siempre la llamé Cati, nunca abuela.
Recuerdo su risa con mis ocurrencias.
Los caramelos de anís que compraba en el estanco de enfrente.
Y que yo, se los cogía.
Todos los años íbamos a una zapatería del centro
Y compraba un par de zapatos, unos para ella y otros para mi.
Nuestra excursión a Gibraltar cada Navidad.
Cati era pequeña y menuda.
Y aquel día yo con 15 años
atravesamos el aeropuerto de la roca andando con fuerte levante
una racha de viento la elevó del suelo
Como a Mary Poppins.
Sus croquetas.
Y las sopa de pan, que no me gustaba nada pero me la comía.
Recuerdo el sonido de sus tacones
Y el olor a laca de su pelo.
Pero no sé que ambiciones tenía.
Cuál era su sueño.
Qué pasión guardaba en su interior.
Estas imágenes llevan guardadas 25 años
Las hice poco antes de que se fuera.
Yo tenía 26, lo curioso es
Que nunca me planteé preguntarle.
A su lado era una niña con su abuela.

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